Nuestros supuestos controlan nuestros comportamientos

por Administrador / lunes 13 de mayo del 2024

Nuestros supuestos controlan nuestros comportamientos

Autor: Javier Jiménez García de Alba, rector de Universidad Ítaca.


La gente se comporta según perciba –“suponga” su realidad.

Si por algún ruido o algo imprevisto piensas que está temblando, de inmediato reaccionas y haces algo para librarte de sus efectos. Si, luego que ya pasó el susto, averiguas que no era lo que suponías, no te arrepientes de tu comportamiento. Te parece muy justificado. Porque “pensaste” que estaba temblando.

Siempre que la gente enfrenta una situación, actúa sobre la base de su evaluación subjetiva de la misma, que puede o no parecerse a la realidad objetiva.

Un policía mata a un civil porque suponía que el civil le iba a disparar, aunque después confirma su supuesto errado. Y no lo culpan de asesinato.

Ejemplos de “supuestos” y sus efectos.

¿De qué padecen las personas celosas? Padecen de “suponer” que muchos eventos van en contra de su relación con su pareja. Y no aceptan, ni de sus más fieles amigos, una información diferente a sus supuestos.

En el trabajo, si le caes bien al jefe y llegas tarde a trabajar, ten por seguro que te aceptará cualquier cosa que le comentes como justificación, porque él “supone” que tú le dices la verdad. Pero si le caes mal al jefe, aunque llegues sangrando, el jefe te dirá que tú armaste un teatro para justificarte, y que los hechos que le comentas son falsos. No te cree porque él “supone” que tú no eres confiable.

Por eso es muy importante causar una muy buena impresión desde la primera vez que te relacionas con alguien, porque eso hará que el otro suponga que tú eres una buena persona.

Dicen por ahí “calumnia que algo queda”. Si tú quieres hacerle daño a una persona, suelta una calumnia sobre esa persona y con ello lograrás que los demás piensen mal y ya no confíen en ella. Los supuestos se convierten en verdades rectoras del comportamiento de las personas.

En el campo religioso se llega a extremos como el fanatismo. Entre dos comunidades que supuestamente creen en Dios y que únicamente pertenecen a diferente corriente religiosa puede darse una fuerte rivalidad creyendo que “su Dios” les pide que lleguen a la confrontación hasta la muerte. La historia nos lo confirma. Suponen que solamente lo que ellos creen es verdadero y que lo que creen los otros es falso.

¿Qué hacer ante la incertidumbre de la verdad?

Esto plantea una pregunta existencial ¿cómo sé que mis supuestos son verdaderos? Si se tratara de la paternidad de un niño, tenemos una verificación objetiva, los análisis de ADN, que nos resuelven la duda. Pero en otros muchos casos, el único camino que nos puede acercar a la verdad es el camino de la información objetiva de hechos y no de opiniones propias o ajenas.

Hechos vs. Opiniones propias o ajenas

En la familia, en el trabajo, en nuestra vida en sociedad luego nos guiamos mucho por “lo que se dice o lo que me dijeron”; por lo que escuché en el radio o en la televisión, por lo que dijo el padre en la iglesia o un amigo. Pero, mientras esas opiniones no se comprueben con hechos reales, habrá que ponerlas en cuarentena mientras investiguemos.

La única fuente de verdad es la realidad y no lo que suponemos de la realidad. Y en la mayoría de las cosas no es fácil llegar a la realidad. Y mucho más cuando un grupo de personas suponen algo sin sustento real y te presionan para que lo creas.

La presión de los supuestos de la colectividad nos abruma y terminamos aceptándola. Por eso los políticos hacen toda la propaganda que les sea posible, para lograr una presión social sobre un supuesto de ellos. Las campañas políticas son campañas para crear un supuesto “candidato por excelencia” y lograr que la mayoría lo haga suyo. Porque saben muy bien que la gente actuamos por “supuestos” y no por verdades reales, objetivas, basadas en hechos.

¿Qué hacer en el día a día para no dejarnos llevar ciegamente por nuestros supuestos?

Primero, relativizarlos.
Cuestionarlos metódicamente. No darles de inicio mucho crédito. Reírse un poco de ellos.

Segundo, informarnos.
Investigar hechos que corroboren o echen abajo nuestros supuestos.

Tercero protegernos.
Relacionarnos con personas que no les guste el chisme y que no suelan hacer comentarios sin un fundamento de hechos.

Si nuestros supuestos controlan nuestros comportamientos, más que pensar para suponer, habrá que comprobar la realidad para actuar.

Lograrlo es tu decisión.



“Tú eliges tu destino, Universidad Ítaca te guía en el camino”